Hay pocos deportes donde la separación mental, que no real, entre élite y populares sea tan difusa como en esto de correr. Quizás sea porque a simple vista parece lo mismo unido al desconocimiento general del atletismo como deporte. Tu ves por la tele/calle a alguien correr por debajo de 3 min/km y tampoco es que notes la velocidad en su cara. Pero !ay amigo!, ponte detrás si puedes.
Y entre los que corremos, aunque haya diferencia de ritmos, también nos podemos llevar ese engaño de creer que con un poco de esfuerzo más seríamos como ellos. Como al final compartimos material (relojes-gps, zapatillas, textil, …) y muchos entrenamientos que hacemos son similares en estructura y tiempo (que no en ritmo), pues parece que todo es lo mismo y que todos somos lo mismo. Pero ¡ay amigo!, la genética no es la misma y el sacrificio tampoco. Cualquiera que haya practicado un deporte de forma semi-profesional yendo a campeonatos provinciales o regionales te lo podrá asegurar.
En ciclismo, por ejemplo, la diferencia es más palpable. Quitando algún flipadillo (que los hay en todas las casas/deportes), la mayoría sabe a ciencia cierta que no puede subir los cinco puertos que suben los «pros» en una sola etapa del tour ni con una bici con motor. En baloncesto y fútbol más de lo mismo. Lo que hace cualquier futbolista profesional entrenando no lo puedes hacer ni soñando. Bueno, soñando quizás sí, pero luego lo anulan en el «VAR» al sonar el despertador.
Y luego está el tema de repartir carnets. A un tío que juega todos los domingos una pachanga con su cuñado nadie le dice que no juega al fútbol o al baloncesto. Por muy malo que sea no le dicen: !ehhh tu!, que estás haciendo otra cosa distinta a la que hacemos nosotros (aunque a veces lo parezca XD). Pero en el tema correr, se reparten carnets de forma recurrente. Cada cierto tiempo estamos discutiendo en redes sociales sobre qué es correr y qué no. Quién es corredor y quién no. Discusiones (acaloradas) donde se mezclan conceptos como el esfuerzo, ser un campeón, un héroe (sin capa), …, con el hecho de correr más o menos tiempo o más o menos rápido. Pajas mentales que nacen de no tener claro la única diferencia real existente entre los que corren: el que se gana la vida como puede corriendo (élite/atletas profesionales) y el resto que corre por cualquier otro motivos.
Y el resto es «el resto», ya sean ex-aletas, atletas máster, buenos populares, semi-élite, … Da igual, si no estás en la élite (*), no hay diferencia real entre cualquier corredor dominguero de parques y jardines y otro que corra muy rápido o muchos kilómetros. Ninguno se dedica a ello de amateur (no cobran) o profesional (casi no cobran). (*) Entendiendo élite como competir a nivel autonómico/nacional.
Pero a la gente no le gusta ser del montón ni del resto. El sentimiento de hacer algo «especial», aunque sea mover un pie delante del otro, lleva a repartir carnets (más retirar que dar carnets) y catalogar a ese «resto» en subclases. Decidiendo con unos nuevos criterios que correr 20 minutos de vez en cuando eso ya no es correr o que si andas más que corres ya no seas corredor. Como si para ser corredor existiera una carnet por puntos y una policía del corredor que te los va quitando si un mes no entrenas series o si a mitad de carrera decides que mejor te vas al bar.
Me pueden decir que no soy atleta o corredor profesional. Ya me gustaría, tengo claro que no lo soy, ni tampoco futbolista o ciclista profesional, por mucho que consiga regatear a mi sobrino o tenga dos bicicletas en el garaje. Y por mucho que sea el mejor corredor de mi casa, edificio, barrio o incluso de mi trabajo (esa medalla es casi tan importante para algunos como un oro en los Juegos) y aún viendo la necesidad de dejar claro el abismo que hay entre un atleta y un corredor, no me vengas a decir que lo que yo hago no es correr. Te tienes que reír al oírlo. Si no, ¿qué haces?. Ale, me jodo y mañana … ¿qué? ¿No salgo a correr?
De locos, todo y todos. Pero yo mañana saldré a correr igualmente, aunque sea indocumentado.